Desde hace unos años, en Avilés,
se vienen restaurando muchos bienes culturales. Edificios que tras su época de
auge cayeron en el olvido hasta que alguien se volvió a interesar por ellos. Un
muy buen ejemplo de esta labor es la rehabilitación de palacios como el de
Camposagrado o el de Ferrera, que tras pasar la época más industrial de la
ciudad, con las piedras ya ennegrecidas, volvieron a recuperar todo su
esplendor tras un laborioso proceso de restauración.
Pero, ¿y qué hay de los bienes
muebles? Pues bien, aquí en Asturias no se le da tanta importancia a este tipo
de bienes como se le podría dar en Andalucía o Castilla, a no ser que se trate
de obras de gran valor.
Yo creo que todas estas piezas,
independientemente del valor artístico que tengan, han de ser restauradas para
preservarlas para el futuro. Por poner un ejemplo, una imagen puede estar mal
realizada pero hay que pensar que forma parte de la historia del inmueble donde
se encuentra y, por lo tanto, es una pieza muy importante para el estudio de
dicho edificio y debe de ser conservada en buen estado.
Parece que en Avilés se están
restaurando muchos de estos bienes de este tipo, pero no se le da la cobertura
mediática que se le da, por ejemplo, a la restauración de un palacio o de una
iglesia.
En nuestro concejo se han
restaurado las imágenes de San Roque y
Santa Apolonia, de la capilla homónima de Villalegre; las figuras de San
Lorenzo y San Antonio de la capilla de San Lorenzo de Llaranes, así como la imagen
de María Auxiliadora de la iglesia parroquial de este mismo barrio. También se
han llevado a cabo otras obras como la instalación de un hermoso sagrario en
San Nicolás de Bari o la rehabilitación de unas andas procesionales de plata meneses
de la iglesia de los Padres Franciscanos.
Pero quiero que este artículo
sirva para felicitar a todos los propietarios de estas obras, y a los que han
hecho posible su restauración, pero en particular para la cofradía del
Santísimo Cristo de Rivero y San Pedro Apóstol, que restauró las tres imágenes
procesionales que reciben culto en la capilla de esta calle avilesina.
La primera de ellas fue la imagen
de san Pedro, cuyas manos y rostro habían sido oscurecidas por los continuos
humos de las velas de los fieles. Esta imagen, que se encuentra en el lado del
Evangelio de la capilla de Rivero, fue donada por una mujer vecina de esta
calle, a su retirada a Oviedo, en señal de cariño hacia el templo, en abril de
1945. Representa a San Pedro arrodillado y vestido con una túnica blanca ceñida
a la cintura por un cíngulo del que pende una llave, y encima una capa roja con
bordados de color oro. Lleva una aureola en la cabeza y sandalias en los pies.
Se desconoce el autor de la obra.
Después se llevó a restaurar la
figura del Santo Cristo, a pesar de la leyenda que decía que si alguien
intentara quitar al Cristo de su sitio se caería la capilla. Esto no sucedió y
el Cristo regresó a su templo sin la capa de pintura dorada que se le había
aplicado encima, y que tapaba detalles como el color de la piel o el del paño
de pureza, distinguiéndose actualmente el color del paño del de la franja
decorativa dorada que lo bordea por la parte inferior.
El crucificado, de una buena factura, ha recobrado el aspecto original que manos no muy expertas le habrían arrebatado no hace mucho tiempo.
El crucificado, de una buena factura, ha recobrado el aspecto original que manos no muy expertas le habrían arrebatado no hace mucho tiempo.
El siguiente y último grupo
restaurado ha sido el que compone el paso “Jesús atado a la columna”, que
desfila todas las Semanas Santas por las calles avilesinas. A pesar de haber
sido restaurado en 1999 por Toni Solís, tuvo que volver a ser intervenido para
eliminar repolicromías y hacer una limpieza general de la obra. Lo más seguro
es que esta obra date del siglo XVII y que fue escondida durante la Guerra para
que, una vez terminada la contienda, fuera devuelta a su lado de la Epístola de
la capilla de Rivero.
En los años sesenta del pasado siglo XX se añadieron al paso los dos sayones que acompañan a Cristo y que completan así una escena nueva: La Flagelación.
En los años sesenta del pasado siglo XX se añadieron al paso los dos sayones que acompañan a Cristo y que completan así una escena nueva: La Flagelación.
Todas las imágenes han sido
restauradas por la empresa “Tríptico restaura”, siendo de agradecer su labor y
la de la cofradía especialmente por la recuperación de su patrimonio artístico,
que es el de todos los avilesinos.
Ahora emprenden una nueva tarea
para poder restaurar el edificio, la capilla del Cristo, que fue reconstruida
en el siglo XVII por el Cardenal Alonso Rodríguez de León, de ahí que su escudo
figure en el interior del templo, y que será el principal objeto de esta restauración,
junto con el de Avilés, encontrándose ambos en un estado bastante malo.
Esperemos que pronto podamos ver la capilla de Rivero reluciendo con el
esplendor que lo hizo hace alrededor de cuatrocientos años.
La Nueva España
Viernes, 21 de septiembre de 2012
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